Una vez más, y siguiendo la senda de las cigüeñas, indicio de buenos augurios, las niñas y los niños del Sáhara se han acercado hasta nuestros hogares para traernos el calor, la vitalidad y el desenfado de los hijos y las hijas del desierto. Y una vez más, hemos sentido en nuestros corazones la tensión de las tensas esperas, la emoción del reencuentro y el desbordante trajín que invade nuestra vida en estos meses; pero también la satisfacción y el orgullo de compartir nuestra vida con ellos en un encuentro hondamente solidario.
Una nueva ocasión para recordarnos que aunque ellos hayan podido llegar hasta nosotros, en sus tiendas y en sus salas, en sus poblados, otros muchos niños, menores y aún recién nacidos, jóvenes, madres y padres y ancianos y ancianas se han quedado para sufrir los agobios e inclemencias del estío en la “hammada”. Sea para ellos nuestro primer recuerdo en esta hora y nuestra queja hacia todos los gobiernos y gobernantes que han posibilitado un año más, con su falta de voluntad y coraje, que esta situación se siga perpetuando en perjuicio de los de siempre, de los más desfavorecidos.
Y una nueva oportunidad para que tengamos presentes, con los olvidados del desierto, a sus parientes y familiares, ciudadanos y ciudadanas del Sáhara Occidental, habitantes de los territorios sometidos al dominio de Marruecos que, pese a la tan publicitada apertura de la monarquía y del estado alauita (recibida de forma calurosa por nuestro monarca y los gobiernos de Francia y España y las autoridades de la Unión Europea), todavía esperan que se haga justicia a sus muertos, se devuelva la libertad a sus presos, se respete la integridad física de sus personas y se les reconozcan sus derechos a la propia identidad, al disfrute de los recursos de su país (escandalosamente esquilmados por los dominadores del territorio) y a la reclamación de su soberanía e independencia.
Una población que, en este último año, ha sufrido la mayor y más generalizada represión que se haya ejercido en el Sáhara Occidental desde el establecimiento del alto el fuego de abril de 1991, no dudando en emplear para esa represión a la población de origen marroquí en un claro y frontal enfrentamiento civil de consecuencias duraderas y funestas para garantizar una mínima convivencia. Y que ahora, en el pleno verano aún supone que a todos los hijos e hijas de la nube se les prohíba e impida la instalación de sus “jaimas” en el desierto o en las zonas costeras ante el miedo de que se vuelva a reproducir el fenómeno de Gdeim Izik.
Una vez más hay que gritar que nadie puede negarles su derecho a la autodeterminación, a decidir acerca de lo que les conviene e interesa, de lo que legítimamente es suyo. Y que para aplicar este principio no hay que tener sino voluntad y coraje para llevarlo a cabo y asumir y amparar sus consecuencias. Esta es también una parte de nuestras vacaciones y una parte del bagaje que acompaña, en su memoria y en su experiencia colectiva como pueblo, a nuestros niños y niñas.
Y que, mientras esto sucede, hay que preservar la seguridad y la dignidad de toda la población saharaui exigiendo que se defiendan sus derechos y se cumplan de manera estricta las exigencias y recomendaciones contenidas en la Carta de los Derechos del Hombre y de la Mujer, y del Ciudadano y de la Ciudadana, con valor ético y básico para el conjunto de todos los seres humanos. Y si la ONU, la Unión Europea o el Estado español no se sienten capaces de garantizarlo, nosotros, como sociedad civil, como colectivos solidarios con la causa saharaui, como amigos y amigas de estos niños y del pueblo al que representan ejerceremos nuestro propio derecho a exigirlo creando fórmulas que garanticen esa protección y la observación de su cumplimiento. Y, en nuestro caso y desde nuestra responsabilidad, CEAS-SÁHARA se compromete a propiciarlo e impulsarlo.
Desde todos los pueblos y rincones del Estado Español, unidos más que nunca en favor del pueblo saharaui queremos que le llegue a nuestros gobernantes la voz de la dignidad y la justicia, de la honestidad y de la legitimidad: AHORA, MÁS QUE NUNCA, HOY MEJOR QUE MAÑANA, EN EL NOMBRE DE ESTOS NIÑOS Y DE SU FUTURO Y EN EL DE TODA SU SOCIEDAD Y HASTA EL DEL MUNDO, EXIJAMOS EL DERECHO AL EJERCICIO DE SU SOBERANÍA PARA EL PUEBLO SAHARAUI:
SÍ A LA INDEPENDENCIA, NO A LA OCUPACIÓN
POR UNA INFANCIA CON FUTURO EN UN SÁHARA LIBERADO E INDEPENDIENTE, ACOJAMOS
SUS SONRISAS Y DEFENDAMOS SUS ILUSIONES:
SÍ A LA INDEPENDENCIA, NO A LA OCUPACIÓN